El filme del griego, Yorgos Lanthimos, sobre una mujer sedienta de placer y conocimiento, encarnada por Emma Stone, le mereció el León de Oro al director en el Festival de Cine de Venecia.
No ha habido películas capaces de aguantar tanta firmeza y valentía como el filme de Lanthimos, quien nos presenta a una protagonista en su camino hacia la libertad.
Al director griego ya se le reconocían su imaginación y talento desbordantes. Además del atrevimiento de no conformarse y jugársela en cada nuevo proyecto.
Obras como Canino o La favorita hablan por sí solas. Pero, ahora, la imparable Bella Baxter y su disparatada sed de deseo y conocimiento lo llevaron a consagrarse en este festival.
Un mérito compartido con Emma Stone, quien posiblemente tenga la mejor interpretación de su carrera con este personaje. Tanto como para merecer a su vez un premio. La tradición de la Mostra, sin embargo, opta por no entregar dos reconocimientos a una misma obra.
La película sigue a Baxter desde que resucita. Con una segunda oportunidad, y un cerebro distinto, debe aprenderlo todo de cero otra vez. Pero la protagonista no renuncia a cuestionar las certezas más absurdas de la sociedad.
Basada en la novela homónima de Alasdair Gray, la película aterriza entre mundos oníricos, versiones alucinantes de Lisboa o París, osadías de la cámara y una prueba dificilísima de Stone.
Los reconocimientos de la Mostra
El festival otorgó el segundo reconocimiento más importante a su filme más lento. Evil Does Not Exist, de Ryûsuke Hamaguchi, se ha llevado el Gran Premio del Jurado con una receta tan plácida como fascinante.
La lucha de una sencilla comunidad rural, invadida por una extraña tendencia moderna llamada glamping —un camping de toda la vida, pero glamuroso—, ofrece infinitas lecciones, de vida y de cine.
Aunque se lleva a cabo en el Japón remoto, resuena familiar en cualquier rincón del planeta. Se habla de capitalismo, calentamiento global, decrecimiento, cercanía. Y se constata que el autor oscarizado por Drive My Car pasa de revelación a certeza absoluta del nuevo cine japonés.
Por otro lado, la odisea de los migrantes de Io Capitano también se llevo un gran reconocimiento. La película de Matteo Garrone recibió el León de Plata a la mejor dirección.
Su joven protagonista dejó atrás su Senegal natal y su familia; cruzó el desierto y la tortura, encontró monstruos y ángeles, dejó dinero y traumas en su travesía hacia Europa.
El cineasta quiso mostrar “el contracampo” del viaje que desde hace décadas protagoniza titulares y debates políticos. Se adentró en el continente africano: preguntó, escuchó, filmó. Y volvió con una visión previsible, pero nada estereotipada ni condescendiente.
Junto con la Copa Mastroianni al mejor intérprete revelación para Seydou Sarr. La sala ovacionó al muchacho, quien solo pudo decir que no tenía siquiera “palabras”.
El tema de los migrantes fue realmente destacado este festival, pues la película Green Border de Agniezska Holland se llevo el Premio Especial del jurado.
A través de este filme la creadora se enfocó en los miles de migrantes en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, reconstruyendo una poderosa obra.
Por otro lado, Cailee Spaeny la protagonista de Priscilla, dirigida por Sofia Copppola, recibió la Copa Volpi a la mejor actriz. La película retrata la relación entre el cantante Elvis Presley y su esposa Priscilla, desde la perspectiva de Priscilla.
De ahí que sea Cailee Spaeny, en la piel de la protagonista, quien se lleve los focos, casi todos los planos y, ahora, la Copa Volpi a la mejor actriz.
Presencia mexicana
El aclamado, aunque un tanto controversial, cineasta mexicano Michel Franco estuvo presente en la muestra con su película Memory. El filme, protagonizado por Jessica Chastain y Peter Sarsgaard, se centra en dos almas que la vida ha golpeado pero no ha logrado hundir.
Saarsgard se llevo la Copa Volpi al mejor actor por su interpretación de un hombre que empieza a padecer demencia. También la sufría su tío “Baba”, apicultor fallecido por el covid, que el actor quiso recordar.
El actor celebró la importancia de las experiencias colectivas entre seres humanos. Y apuntó a los peligros de la Inteligencia Artificial, una batalla que también pelean actualmente la huelga de guionistas y actores contra los grandes estudios y plataforma de Hollywood que ha marcado todo el festival.
Dos filmes de América Latina había en el concurso y ambos resultaron galardonados. El chileno Pablo Larraín repitió premio: mejor guion por El conde, junto con Guillermo Calderón, igual que en 2016 por Jackie.
He aquí uno de los pocos largos capaces de maravillar al certamen. Al cineasta no le bastó con sacar al dictador Augusto Pinochet en una película por primera vez en la historia, pero además lo convirtió en vampiro, centro de una hilarante sátira sobre la sangre que sigue chupando a la sociedad chilena.
Desde el escenario, el cineasta afirmó: “No a la impunidad”. Hubo aplausos. De la sala. Del cine. De todos.