Abrazos y no balazos, se sigue escribiendo con sangre

La ola de violencia que azota a México, con 238 homicidios dolosos en un solo fin de semana, de viernes a domingo, revela una crisis de seguridad pública de magnitudes alarmantes. La masacre de Salvatierra, donde jóvenes inocentes fueron brutalmente asesinados, cuestiona el verdadero alcance y la eficacia de las estrategias del gobierno actual en la lucha contra el crimen organizado.
Abrazos y no balazos, se sigue escribiendo con sangre
La ola de violencia que azota a México, con 238 homicidios dolosos en un solo fin de semana, de viernes a domingo, revela una crisis de seguridad pública de magnitudes alarmantes. La masacre de Salvatierra, donde jóvenes inocentes fueron brutalmente asesinados, cuestiona el verdadero alcance y la eficacia de las estrategias del gobierno actual en la lucha contra el crimen organizado. La famosa frase de abrazos y no balazos, se sigue escribiendo con sangre. Los ciudadanos, hartos de la violencia y la falta de resultados, cuestionan si hay un narcogobierno que mueve los hilos tras bambalinas, exacerbando la situación para desacreditar a ciertas administraciones o simplemente por falta de control efectivo. La crítica a la administración de Andrés Manuel López Obrador es implacable. Con mas número de muertos que con los gobiernos que le antecedieron, la estrategia simplemente ha fallado en proporcionar seguridad y la Guardia Nacional parece ser más una herramienta política que un cuerpo de seguridad eficiente. La indignación se acentúa cuando el presidente responsabiliza a la juventud y al consumo de drogas por la violencia, en vez de presentar soluciones concretas o asumir responsabilidad por la seguridad nacional. Que consumían drogas, sugiere. El espantoso suceso en Salvatierra, con el asesinato de jóvenes sin aparentes nexos con el narcotráfico, aunque el presidente así lo crea, plantea serias dudas sobre la capacidad y seriedad del gobierno ante el crimen organizado. La atribución de la violencia al consumo de drogas por parte de la juventud, sólo incrementa la frustración ciudadana. Los ciudadanos, cansados de la impunidad y la violencia, anticipan un cambio en las urnas en 2024, en busca de los líderes que sí puedan restaurar la paz y garantizar la seguridad en el país. Los actuales encargados del país, únicamente aumentan las cifras rojas y la indignación.
El panorama político y legal en México está cada vez más turbio, y aunque el vox populi sabe internamente que los gobiernos son máquinas de desvío de recursos, llama la atención que en un video de 9 minutos y medio, un despacho de abogados difunda a detalle cómo se tejen los hilos de la corrupción. La acusación del despacho Coello Trejo y Asociados, a cargo de Javier Coello Trejo, contra Santiago Nieto, ex-titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), destapa un entramado de presuntas ilegalidades que resalta las inquietudes sobre la integridad de ciertos personajes y entidades en el gobierno. Este caso, intrincadamente ligado a la denominada Cuarta Transformación, pone de manifiesto la compleja red de acusaciones y contraacusaciones que caracteriza la política mexicana actual. La denuncia se centra en el presunto actuar de Nieto en la UIF, y revela un involucramiento en actividades ilícitas como el lavado de dinero. Según el despacho, Nieto habría creado una red de 17 empresas utilizadas para operaciones con fondos de origen dudoso, defraudación fiscal y asociación delictuosa, particularmente en colaboración con su cuñado, Sergio Eduardo Humphrey Jordan. Estas empresas, señalan los abogados de Javier Coello Zuarth y Roberto Gil Zuarth, no solo operaban a nivel nacional, sino que también realizaban transacciones internacionales en al menos ocho países, lo que podría indicar un alcance global de estas presuntas actividades ilícitas. La gravedad de estas acusaciones aumenta con la revelación de un audio en el que supuestamente Humphrey Jordan identifica a Nieto como parte esencial de esta red empresarial, implicándolo directamente en operaciones de lavado de dinero. Esto pinta a Nieto como una figura clave en el esquema de corrupción, contradiciendo su papel público como guardián contra el lavado de dinero en México. De ser ciertas las acusaciones, son unos genios en colocar a los corruptos para vigilar la corrupción. No son como antes, son más profesionales.
Veladamente Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano, suguirió postularse como candidato presidencial de su propio partido, lo que ha desatado una ola de críticas y cuestionamientos, reflejando las preocupaciones sobre la renovación política y la credibilidad de las figuras políticas en México. Este acto, que muchos consideran un retroceso en la lucha por una política más transparente y democrática, resalta la problemática del personalismo y la falta de renovación en la política mexicana. La autoproclamación de Delgado como potencial candidato presidencial se le caen ante la aparente falta de democracia interna y la centralización de poder en una sola figura Esto contradice los principios de pluralidad y renovación política que deberían caracterizar a un partido que se presenta como una alternativa fresca y distinta en el escenario político mexicano. Además, la historia y el perfil de Delgado, marcados por controversias y acusaciones de corrupción, plantean serias dudas sobre su idoneidad para liderar una candidatura presidencial. La sombra de su pasado, incluyendo acusaciones de prácticas corruptas y su vinculación con el antiguo sistema político, que él mismo ha criticado, pone en tela de juicio su credibilidad y la de Movimiento Ciudadano. La posibilidad de que una figura con un historial tan cuestionable busque la presidencia refleja un preocupante descuido de los estándares éticos y morales que se esperarían de cualquier partido político que aspira a gobernar. E un ambiente tan tenso como el que vive México, el quererse disfrazar de joven renovador no le queda a Dante Delgado, un viejo lobo de mar. Delgado representa lo peor de un sistema político anticuado y corrupto, y lo que se necesita es una verdadera renovación política en México, una que vaya más allá de las promesas y se refleje en acciones concretas y en la promoción de líderes verdaderamente comprometidos con la transparencia, la ética y el bienestar del país. Los mismos de siempre ya tienen cansada a la ciudadanía y son quienes quieren seguir gobernando al país.

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