La mala racha no acaba en el gobierno federal. La filtración de datos personales de más de 300 periodistas que asisten regularmente a las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador representa un grave fallo en la seguridad de la información y un potencial riesgo para la integridad de los periodistas afectados. El primer responsable directo acusado es Jesús Ramírez Cuevas, quien coordina la comunicación de Palacio Nacional. El presidente López Obrador confirmó que las redes de la Presidencia de la República fueron objeto de un hackeo, y atribuyó la responsabilidad a la oposición de su gobierno, argumentando que el hackeo busca sembrar la idea de que su administración persigue y censura a la prensa??. Como si no fuera cierto. Este incidente es especialmente preocupante pues la relación del gobierno con la prensa ha ido a la baja en esta administración. A pesar de que López Obrador asegura que su gobierno no persigue a los periodistas, su mandato ha sido marcado por tensiones y críticas hacia los medios. La filtración de datos personales, incluyendo credenciales de elector, correos electrónicos y domicilios, no solo vulnera la privacidad de los periodistas sino que también plantea preguntas sobre la eficacia de las medidas de seguridad implementadas por el gobierno para proteger la información sensible. Y no sólo en este sector sino en todo lo que se refiere al manejo del país. Esta vulnerabilidad informática es un riesgo de un potencial del cual no hemos visto hasta ahora ejemplo alguno. La respuesta del gobierno a este incidente debía ser crucial, pero será nula. Si bien se ha anunciado una investigación y la presentación de una denuncia correspondiente, se necesitaría una total transparencia y eficacia, rasgos desconocidos para quienes dirigen la nación. Este suceso refleja una ironía y contradicción en la postura del presidente, quien por un lado promete proteger a los periodistas, mientras por otro, ha mantenido una postura de confrontación hacia los medios, que incluye el atentado al periodista Ciro Gómez Leyva, cuyas verdaderas causas se desconocen a más de un año de haber sucedido.
El involucramiento de «La Hora Nacional» en la promoción de Claudia Sheinbaum constituye un uso indebido de un medio gubernamental para fines político-electorales, una práctica que atenta contra la democracia y la ley electoral en México. Tradicionalmente, este programa se ha centrado en la difusión de la cultura, arte y tradiciones del país, pero este domingo incluyó secciones de «desmentidos» enfocadas en Sheinbaum. Este cambio es preocupante, ya que sugiere una manipulación gubernamental de los medios para influir en el proceso electoral, lo que amenaza la equidad, la transparencia y la confianza en las instituciones democráticas. La politización de espacios gubernamentales es especialmente problemática en un contexto democrático, donde la imparcialidad y la objetividad de los medios estatales son fundamentales. Esta práctica no solo vulnera la ley electoral, que prohíbe el uso de recursos públicos en favor de un candidato, sino que también puede ser vista como un indicio de miedo de la Presidencia ante el crecimiento en las preferencias electorales de Xóchitl Gálvez, la candidata opositora. Además, recuerda a tácticas utilizadas por gobiernos autoritarios en América Latina, lo que genera preocupación sobre la dirección del gobierno actual y el futuro de la democracia en México. Este tipo de acciones mina la confianza pública en el gobierno y en los procesos democráticos, y contribuye a la polarización social. Al utilizar recursos estatales para promover intereses partidistas, el gobierno no solo infringe normas electorales, sino que también pone en riesgo la igualdad de condiciones entre los contendientes electorales. Este abuso de poder es inaceptable en una sociedad que valora la democracia, la justicia y la equidad, y debe ser denunciado y corregido para preservar la integridad del sistema político y el respeto a los derechos de los ciudadanos. Cuando uno piensa que los políticos, de todos los partidos, no pueden ser más viles, nos demuestran lo contrario.