En un hecho que ha generado gran controversia, Emilio Lozoya Austin, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex) durante el mandato de Enrique Peña Nieto, fue liberado ayer tras la desestimación de las acusaciones en su contra. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, expresó su decepción ante esta situación durante una declaración esta mañana.
López Obrador señaló que el juez Genaro Gerardo Alarcón fue el responsable de permitir la liberación de Lozoya Austin, agregando que esta decisión es un ejemplo más de cómo los «jueces dejan libres a todos los presuntos delincuentes de cuello blanco». Esta tendencia, según el mandatario, está volviéndose preocupantemente común en el sistema judicial mexicano.
El presidente destacó con preocupación que, en lugar de permanecer en prisión, Lozoya llevará a cabo su juicio desde su residencia, utilizando solo un brazalete electrónico. López Obrador cuestionó la justificación de que no existe riesgo de fuga por parte del acusado, expresando su desacuerdo con esta medida.
Respecto a la posible apelación por parte de la Fiscalía General de la República (FGR), López Obrador no descartó esa posibilidad y criticó abiertamente al Poder Judicial, al que describió como «podrido». Enfatizó en que, aunque pueda haber excepciones, la corrupción es predominante en este ámbito.
El presidente insistió en que el Poder Judicial está sesgado a favor de la oligarquía y en contra de su gobierno, resaltando la necesidad urgente de reformas que permitan una mayor participación ciudadana en la elección de ministros de la Corte.
Las declaraciones de López Obrador reflejan la profunda preocupación del gobierno mexicano por lo que perciben como debilidades y fallos en el sistema judicial del país, así como su compromiso con la lucha contra la corrupción y la búsqueda de la justicia.
