El 8 de marzo salieron a las calles más de 13 mil mujeres para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
La manifestación fue pacífica hasta llegar a Plaza de Armas en Zacatecas donde un reducido número de participantes se confrontó con la policía y de los insultos verbales sobrevinieron las agresiones físicas.
Los elementos de seguridad pública decidieron detener al reducido número de mujeres quienes las agredían, sin embargo, comenzaron a realizar detenciones indiscriminadas y con exceso de la fuerza de cuanta manifestante se encontraron.
El miedo a las represiones aún persiste y por ello las manifestantes denuncian bajo el anonimato.
«Y en eso me agarran a mí, me sujetan el brazo y ya, después de que me sujetaron ya no me volvieron a soltar, me jalaron, yo ponía resistencia haciéndome para atrás, y pues no pude, no pude, se me arriman otras dos, me sujetan de la chamarra, de la blusa y me tiran al piso, en el piso en vez de simplemente levantarme y no se, detenerme, lo que hacen es arrastrarme, me quedé sin visión porque me levantaron la blusa y la chamarra y yo no veía nada, me arrastraron yo que se, unos 25, 30 metros desde lo que fue la banqueta, la calle, hasta los escalones y la mitad de la plaza», dijo la víctima de represión policiaca del 8M.
Para esta joven universitaria el infierno apenas comenzaba con la detención, en el callejón de las campanas sobrevino otra golpiza.
A decir de la víctima, fueron los hombres y mujeres policías quienes se tomaron la atribución para realizar las detenciones arbitrarias y después torturar física y psicológicamente a las mujeres capturadas.
Las manifestantes temen por su seguridad ya que las mujeres policías les robaron sus teléfonos y otras pertenencias con las que pueden identificarlas; el miedo a que cumplan sus amenazas sigue latente.
