El Partido de la Revolución Democrática (PRD), legado de la izquierda comunista que desafió al poder del PRI, enfrenta su ocaso tras décadas de altibajos y luchas internas que han minado su influencia nacional.
Fundado en 1989 tras la fusión de diversas corrientes izquierdistas, el PRD alguna vez fue un actor prominente en la política mexicana, conquistando gubernaturas y legislativos locales. Sin embargo, su declive se ha acentuado con el paso del tiempo y las divisiones internas.
En las recientes elecciones, el PRD no logró mantener el 3% de las preferencias electorales a nivel nacional, perdiendo así su registro como partido político nacional. Solo en seis entidades federativas conservará su registro estatal, reflejando su desvanecimiento en el espectro político del país.
Esto te puede interesar: REUNIÓN ENTRE AMLO Y SHEINBAUM: ABORDARÁN TEMAS DE TRANSICIÓN EN PALACIO NACIONAL
La historia del PRD está marcada por disputas internas entre facciones como los Obradoristas, los Chuchos y los Bejaranos, que han debilitado su cohesión y capacidad de acción. Desde la disputada elección interna de 2008 hasta la serie de migraciones de militantes hacia Morena, el partido ha enfrentado constantes desafíos que han erosionado su base y liderazgo.
Aunque en su apogeo el PRD logró importantes victorias electorales, como la jefatura de Gobierno en la Ciudad de México y gubernaturas en varios estados, su influencia se ha desvanecido con el surgimiento de nuevas fuerzas políticas y el ascenso de Morena como principal actor de la izquierda mexicana.
Tras décadas de lucha y altibajos, el PRD se despide como una sombra de lo que fue, dejando un legado de fragmentación y desgaste político. Aunque seis estados aún mantendrán su presencia local, el ocaso del PRD marca el fin de una era para la izquierda en México.
