En un futuro cercano, una evaluación de detección de la depresión podría incluir un rápido escaneo cerebral para identificar el mejor tratamiento. La combinación de imágenes cerebrales y aprendizaje automático puede revelar subtipos de depresión y ansiedad, según un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Stanford.
Alrededor del 30% de las personas con depresión tienen lo que se conoce como depresión resistente al tratamiento, lo que significa que múltiples tipos de medicamentos o terapias han fallado en mejorar sus síntomas. Para hasta dos tercios de las personas con depresión, el tratamiento no logra revertir completamente sus síntomas a niveles saludables.
Esto se debe en parte a que no hay una buena manera de saber qué antidepresivo o tipo de terapia podría ayudar a un paciente en particular. Los medicamentos se prescriben mediante un método de prueba y error, por lo que pueden pasar meses o años hasta encontrar un fármaco que funcione, si es que alguna vez sucede. Y pasar tanto tiempo probando tratamiento tras tratamiento, solo para no experimentar alivio, puede empeorar los síntomas de la depresión.
Para comprender mejor la biología subyacente a la depresión y la ansiedad, en el estudio se evaluaron a 801 participantes previamente diagnosticados con depresión o ansiedad utilizando tecnología de imágenes conocida como fMRI (resonancia magnética funcional), para medir la actividad cerebral.
Escanearon los cerebros de los voluntarios en reposo y cuando realizaban diferentes tareas diseñadas para evaluar su funcionamiento cognitivo y emocional. Los científicos se centraron en regiones del cerebro y las conexiones entre ellas que ya se sabía que desempeñaban un papel en la depresión.
Diferentes tratamientos
Los pacientes con un subtipo, caracterizado por una sobreactividad en las regiones cognitivas del cerebro, experimentaron la mejor respuesta al antidepresivo venlafaxina (comúnmente conocido como Effexor) en comparación con aquellos que tienen otros biotipos.
Aquellos con otro subtipo, cuyos cerebros en reposo tenían niveles más altos de actividad entre tres regiones asociadas con la depresión y la resolución de problemas, obtuvieron una mejor mejoría de sus síntomas con la terapia conductual. Y aquellos con un tercer subtipo, que tenían niveles más bajos de actividad en reposo en el circuito cerebral que controla la atención, eran menos propensos a ver mejoras en sus síntomas con la terapia conductual que aquellos con otros biotipos.