Cada vez aparecen más acusaciones sobre el uso de dinero procedente del huachicol y el crimen organizado en las campañas de Morena, tema que ya ha sido objeto de investigaciones y reportajes en diversos medios, donde se ha ventilado que Sergio Carmona Angulo, conocido como «El Rey del Huachicol», fue señalado de financiar campañas políticas de varios candidatos de Morena en estados como Nuevo León, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit, antes de su asesinato en noviembre de 2021. Carmona Angulo, junto con su hermano, también fue acusado de operar un esquema de tráfico de hidrocarburos, pasando combustible robado a través de la frontera, y supuestamente utilizaron su fortuna para financiar a políticos de Morena??. Otra investigación señala que tanto la DEA como el FBI de Estados Unidos investigan a Mario Delgado, presidente de Morena, por su relación con Sergio Carmona Angulo y el financiamiento de campañas políticas con dinero del narcotráfico. La investigación abarca a varios gobernadores y políticos asociados a Morena, implicando un esquema extenso de financiamiento ilícito??. Estas investigaciones destacan la gravedad de las acusaciones de financiamiento ilícito, involucrando a altos niveles de liderazgo en Morena y apuntando a una red de apoyo financiero que cruza las fronteras nacionales. Recientes revelaciones hablan del desfalco y cómo lo maquinan desde los apoyos y programas sociales a cargo de Ariadna Montiel, como mayor protagonista. Esta es la importancia de la transparencia, y por lo que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quiere desaparecer instituciones como el INAI. Una vez más, como ha sucedido a lo largo de la historia, impera la ilegalidad en el financiamiento de las campañas políticas. Ya en 1988 se nos cayó el sistema. Con qué nueva estrategia nos podrían salir este 2 de junio de 2024, he ahí el dilema.
El incidente reportado por Willy Ochoa, aspirante al Senado por el PRI, PRD y PAN en Chiapas, es intolerable a 60 días de la elección; no es posible que continúe sin resolverse el problema de seguridad que enfrentan los políticos y sus equipos en ciertas regiones de México. Según su relato en X (anteriormente Twitter), su equipo de trabajo fue interceptado por un comando en la carretera Tuxtla-Arriaga, específicamente cerca de la caseta de cobro de Arriaga. Este grupo, utilizando violencia y armas largas, despojó al equipo de uno de sus vehículos, el cual transportaba propaganda hacia Suchiate para un encuentro con la ciudadanía. El ataque no resultó en pérdidas humanas, pero Willy Ochoa utilizó este ataque para denunciar la situación de inseguridad que se vive en Chiapas, resaltando la importancia de no permanecer silente frente a la violencia que afecta al estado. La preocupación de Ochoa por la seguridad no solo se refleja en su denuncia pública del incidente sino también en su llamado a la ciudadanía para que tomen precauciones adicionales al viajar por carreteras. Además, destaca la necesidad de una respuesta más firme y estrategias efectivas por parte de las autoridades para combatir y prevenir la violencia que afecta a los procesos democráticos y la seguridad pública en general. Lamentablemente, esto no es aislado en el contexto político de México, donde la violencia relacionada con el crimen organizado y la inseguridad pueden impactar significativamente en las actividades políticas y en la seguridad de quienes participan en ellas. Resalta la urgencia de abordar estas cuestiones de seguridad de manera integral para asegurar el desarrollo pacífico y democrático de las elecciones y proteger a todos los ciudadanos. Pedirle al gobernador Rutilio Escandón que haga algo es perder el tiempo, pero alguien de más arriba debería ya poner un poco de orden en la casa. El país se ha vuelto intransitable.
La figura de Rocío Nahle viene a representar el principio del acabose de Morena. De todas las candidaturas en juego, la que pinta para una derrota es Veracruz. ¿A quién se le ocurre colocar a una escandalosa zacatecana en la fórmula jarocha? Solo a Mario Delgado bajo petición de Andrés Manuel López Obrador. Su trayectoria, marcada por altas promesas y proyectos ambiciosos como el de la refinería Dos Bocas, que dejó inconcluso, se ha convertido en un termómetro para medir tanto su capacidad de gestión como la efectividad de las políticas energéticas de la administración de la Cuarta Transformación. Y en ambas han quedado muy mal. Dos Bocas, proyectada como la joya de la corona en el sector energético mexicano, prometía revitalizar la industria petrolera nacional, reducir la dependencia de combustibles importados y fortalecer la soberanía energética del país. Sin embargo, las críticas hacia Nahle no se han hecho esperar, centrando la atención en los retrasos, los sobrecostos y, sobre todo, en la discrepancia entre las expectativas generadas y los resultados obtenidos hasta ahora. Estos elementos se han transformado en símbolos de lo que algunos consideran como incumplimientos significativos de la administración actual. La percepción de Nahle y su administración no se limita a la crítica de sus detractores políticos; se extiende a sectores de la ciudadanía que expresan su descontento y preocupación por lo que perciben como una brecha creciente entre las promesas de cambio y las realidades tangibles. Incidentes como los abucheos en público como el de este fin de semana en La Parroquia, se interpretan como manifestaciones de un desgaste en la confianza pública hacia su figura y hacia los proyectos que representa. La refinería Dos Bocas sigue siendo un punto crítico en su carrera, pero lo son más los excesos y privilegios que investigaciones periodísticas han revelado y seguirán revelando. Porque Rocío Nahle es apenas la punta de ese iceberg de corrupción y abusos que se llama 4T.
