La Ciudad de México se convirtió anoche en escenario hollywoodense con la llegada de Leonardo DiCaprio y Benicio del Toro, quienes presentaron su más reciente película Una batalla tras otra en una alfombra roja llena de luces, aplausos y gritos de fans emocionados. El Parque Toreo se vistió de gala para recibir a los protagonistas, acompañados por el director Paul Thomas Anderson, que con su sola presencia reforzó el tono de evento cinematográfico de alto nivel.
Desde temprano, cientos de admiradores se agolparon en el recinto con carteles, cámaras y teléfonos en mano, con la esperanza de captar un saludo o una firma de los actores. Cuando DiCaprio apareció en el pasillo iluminado, la multitud estalló en gritos; sonriente, saludó y dedicó varios minutos a firmar autógrafos. Benicio del Toro, por su parte, optó por un estilo más sobrio pero igualmente carismático, regalando breves comentarios y posando para las cámaras con la elegancia que lo caracteriza.
La velada tuvo tintes de fiesta internacional: flashes incesantes, música ambiental y un ambiente vibrante que hizo sentir a los asistentes como parte de un gran estreno en Hollywood, pero con sabor mexicano. El público ovacionó a los invitados principales, mientras las pantallas gigantes reproducían avances de la cinta, basada en la novela Vineland de Thomas Pynchon. Con esta premiere, la capital se consolidó, una vez más, como parada obligada para las estrellas más grandes del cine mundial.
