El gobierno de Claudia Sheinbaum reforzó su estrategia de salud pública al anunciar un incremento significativo al llamado “impuesto saludable” aplicado a las bebidas azucaradas. De acuerdo con el secretario de Hacienda, Édgar Amador, a partir de 2026 el gravamen por litro de refresco se duplicará, al pasar de 1.64 a 3.08 pesos. Esta medida forma parte del Paquete Económico 2026 y busca desalentar el consumo de productos que contribuyen a la obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónicas.
La administración federal ha presentado el ajuste como un paso firme en la lucha contra los refrescos y la cultura del alto consumo de azúcar en México, país que ocupa uno de los primeros lugares en obesidad infantil y en incidencia de diabetes tipo 2. Según los cálculos oficiales, una botella de 600 mililitros costará aproximadamente un peso más a partir del próximo año, lo que representa un aumento del 4.9% en su precio. Con este incremento, el gobierno espera no solo desincentivar el consumo, sino también fortalecer los ingresos destinados al sistema de salud, en particular a la atención de enfermedades relacionadas con la mala alimentación.
Organizaciones civiles que promueven hábitos alimenticios saludables han respaldado la medida, mientras que la industria refresquera advierte que podría afectar el bolsillo de los consumidores y el empleo en el sector. No obstante, el Ejecutivo federal sostiene que se trata de una decisión necesaria para combatir un problema de salud pública que ha alcanzado niveles críticos en el país.