Colombia vivió este jueves una jornada de violencia tras dos atentados coordinados que dejaron al menos 14 personas muertas y decenas de heridos. En Cali, un camión bomba explotó frente a la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez, ubicada junto a la base aérea, lo que provocó la muerte de cinco personas y más de 36 heridos, según reportes preliminares. Horas después, en el municipio de Amalfi, Antioquia, un helicóptero de la Policía fue derribado por un dron cargado con explosivos, hecho que dejó ocho agentes muertos y ocho más heridos.
El presidente Gustavo Petro atribuyó los ataques al Estado Mayor Central (EMC), la principal disidencia de las FARC, a quienes calificó de estar detrás de una “reacción terrorista” frente a las operaciones militares que el Ejército ha desplegado en el Cañón del Micay. No obstante, autoridades de seguridad también señalaron al Clan del Golfo y a frentes específicos del EMC, como el Frente 36, de participar en la ofensiva. El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, aseguró que los responsables serán enfrentados “con toda la contundencia del Estado”.
Las autoridades locales anunciaron recompensas millonarias por información que lleve a la captura de los autores materiales, mientras el Gobierno adelantó que tanto el Clan del Golfo como las disidencias del EMC y la Segunda Marquetalia serán catalogadas formalmente como organizaciones terroristas. La ola de ataques marca un recrudecimiento del conflicto interno y supone uno de los mayores golpes a la seguridad en lo que va del mandato de Petro.