En una ceremonia solemne en la Capilla Sixtina, el Papa León XIV ofició su primera misa como Sumo Pontífice acompañado por los cardenales electores. La celebración litúrgica, conocida como misa Pro Ecclesia, marcó formalmente el inicio de su pontificado tras ser elegido el día anterior.
Durante su homilía, el Papa agradeció a los cardenales por confiarle la responsabilidad de guiar a la Iglesia: “Ustedes me han llamado a cargar esa cruz y a ser bendecido con esa misión”, expresó. Alentó a los presentes a caminar juntos, “como comunidad de amigos de Jesús”, en el anuncio del Evangelio. Asimismo, llamó a rechazar el “ateísmo de hecho” que, dijo, persiste incluso entre los bautizados cuando se reduce a Jesús a un personaje carismático y no al Salvador.
El pontífice abordó los desafíos que enfrenta la fe cristiana en el contexto contemporáneo, en el que “la fe es vista como absurda o propia de los débiles”. Recordó enseñanzas del Papa Francisco sobre dar testimonio de una fe alegre, comprometida con los más pobres, e hizo énfasis en el papel de los laicos dentro de la Iglesia. Como símbolo de continuidad, León XIV usó una casulla con la Cruz de Collemaggio —donada a Francisco— y la misma cruz pastoral que portaron Benedicto XVI y Francisco.
La misa se celebró en latín, con lecturas en inglés y español, idiomas del nuevo Papa, y fue acompañada por dos religiosas, únicas mujeres que participaron activamente en la liturgia. La ceremonia concluyó con el anuncio de la misa de inicio oficial del pontificado, programada para el próximo 18 de mayo en la Basílica de San Pedro, con la presencia de líderes internacionales.