Estados Unidos registró un aumento alarmante de muertes infantiles por influenza durante la temporada 2024-2025, de acuerdo con datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Se contabilizaron 266 fallecimientos pediátricos, la cifra más alta en una temporada no pandémica desde que comenzaron los registros en 2004.
El incremento supera ampliamente los 199 decesos reportados en la temporada anterior, que ya representaban un récord. Con estas cifras, la influenza se ha consolidado como una de las principales amenazas a la salud infantil en el siglo XXI en Estados Unidos, fuera del contexto de la pandemia de Covid-19.
El CDC señaló que el 80 por ciento de los menores que murieron no estaban completamente vacunados, lo que apunta a una disminución preocupante en la cobertura de inmunización. Esta baja genera un terreno fértil para que el virus avance sin resistencia comunitaria suficiente.
Además, la agencia de salud informó sobre la aparición de complicaciones graves, entre ellas afectaciones neurológicas. En la temporada reciente, el 13 por ciento de las muertes pediátricas estuvieron asociadas a encefalopatía, un aumento en comparación con el 9 por ciento registrado entre 2010 y 2025.
El organismo explicó que la circulación prolongada y agresiva de las cepas en el invierno pasado también contribuyó al repunte de casos graves y hospitalizaciones. Cuando los virus circulantes no coinciden con las coberturas vacunales, las consecuencias suelen ser más letales.
Autoridades médicas insisten en que la vacunación desde los seis meses de edad es la medida más eficaz para reducir el riesgo de hospitalización y muerte. A ello suman la importancia de la atención temprana de síntomas graves y una mayor conciencia pública sobre la protección de los más vulnerables.








