En los últimos años, la industria vitivinícola ha experimentado una transformación impulsada por los cambios en los hábitos de consumo de las nuevas generaciones.
Millennials y Generación Z han adoptado un estilo de vida más saludable, priorizando productos con menos alcohol y con características que se alinean con la sostenibilidad y el bienestar.
En este contexto, los vinos con baja graduación alcohólica o sin alcohol han comenzado a ganar relevancia a nivel global y ahora llegan con fuerza a Argentina, el segundo mayor productor de vino de América Latina.
El auge de los vinos con menos alcohol a nivel mundial
El consumo mundial de vino ha caído a su nivel más bajo desde 1996, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Esta tendencia se debe a varios factores, incluyendo el cambio climático, el aumento de las regulaciones sobre el consumo de alcohol y el cambio en las preferencias de los consumidores más jóvenes.
En respuesta, la industria ha comenzado a desarrollar alternativas con menor contenido alcohólico para captar un segmento en crecimiento.
El mercado de bebidas “no/low alcohol” genera más de 13.000 millones de dólares a nivel global y se espera que represente el 4% del volumen total de bebidas alcohólicas para 2027, con un crecimiento anual estimado del 6%. Esta tendencia ha tenido una adopción más rápida en mercados europeos y norteamericanos, pero ahora también comienza a consolidarse en América Latina.
Argentina se adapta a la nueva demanda
Argentina, conocida mundialmente por la calidad de sus vinos, ha comenzado a prestar atención a esta nueva demanda. En 2024, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aprobó la desalcoholización de vinos como una práctica enológica lícita, lo que abrió la puerta a la producción y comercialización de estas nuevas opciones en el país.