Tras semanas de negociaciones diplomáticas, los gobiernos de México y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo para realizar transferencias inmediatas de agua del río Bravo hacia Texas, en cumplimiento del Tratado Internacional de Aguas de 1944.
El convenio responde a las presiones ejercidas por autoridades estadounidenses ante el riesgo de incumplimiento por parte de México, derivado de la severa sequía que afecta al norte del país. El Departamento de Estado de EE.UU. confirmó que, como parte del acuerdo, México aumentará los envíos de agua en seis afluentes del río Bravo y comenzará transferencias desde embalses internacionales.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México subrayó que el abastecimiento de agua para consumo humano seguirá siendo prioritario. Por su parte, la Casa Blanca reconoció la intervención directa de la presidenta Claudia Sheinbaum para destrabar el conflicto, calificando su participación como “clave para facilitar la cooperación binacional”.
Además de atender el déficit actual, ambos gobiernos se comprometieron a diseñar un plan de largo plazo que asegure el cumplimiento confiable del tratado, con medidas como transferencias mensuales adicionales y consultas periódicas sobre las necesidades de abastecimiento.
La Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) serán las encargadas de supervisar la implementación del acuerdo y de preparar las estrategias para el siguiente ciclo del tratado, que concluye en octubre de 2025.
Este entendimiento se produce en un contexto de tensiones diplomáticas, luego de que el presidente Donald Trump advirtiera sobre posibles sanciones y medidas arancelarias si México no cumplía con sus obligaciones en materia hídrica.
