El gobierno de Venezuela calificó como “arbitraria y peligrosa” la reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de prohibir o restringir la entrada a ciudadanos de 19 países, entre ellos Venezuela. A través de declaraciones oficiales, Caracas advirtió a sus ciudadanos sobre los riesgos de viajar a EE.UU. y acusó al país norteamericano de tener “tendencias fascistas” y carecer de garantías para visitantes extranjeros.
La administración de Nicolás Maduro expresó que la medida es una muestra de discriminación sistemática, y afirmó que evalúa emitir una alerta formal para evitar que venezolanos viajen a territorio estadounidense. Según el chavismo, en EE.UU. “no hay Estado de Derecho”, y se cometen constantes violaciones a los derechos humanos bajo justificaciones de seguridad nacional.
Las reacciones internacionales también han sido críticas. Amnistía Internacional tachó las restricciones como “racistas y crueles”, mientras que la Unión Africana expresó preocupación por el daño que podrían causar a las relaciones diplomáticas. En contraste, algunos gobiernos como el de Somalia manifestaron su disposición a dialogar con Washington para mitigar los efectos de las restricciones.
El gobierno estadounidense argumenta que la medida, que entró en vigor el 4 de junio, responde a la necesidad de proteger al país de “peligros extremos” vinculados con inmigrantes indocumentados. Aunque contempla excepciones para residentes permanentes y casos de interés nacional, la medida ha encendido un debate global sobre su impacto humanitario y político.
